Recuerdo cuando nos contaban destrozados que su relación había terminado.
Nos abrazábamos esas noches, aliviados de no ser nosotros los protagonistas de aquel triste desamor.
Entre el miedo ante la posibilidad ser nosotros,
pero con la seguridad de saber que jamás lo seríamos.
Frente a la angustia de ver a dos personas rotas, inconsolables, desvanecientes;
y también con el alivio de entender que nunca lo entenderíamos.
Porque seríamos tú y yo hasta el final- en esta y todas las vidas.
Y sin embargo aquí estoy, a kilómetros de distancia de ti, con tu recuerdo tatuado en el alma.
Miro a la pareja sentada a lado de mí.
Y me siento confundida…
¿Cuándo pasamos de ser espectadores a protagonistas?
Ahora son ellos los que están juntos.
Los que miran a la protagonista con lástima.
Pobre, pobre niña tonta. Inocente.
Parece que terminó creyéndose el cuento de felices para siempre.
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