Wonderland


Sí me duelen. Me duelen muchísimo. Sus comentarios, los comentarios de ella, los comentarios de él- mis comentarios. Mis comentarios son los que más me duelen. ¿Cuándo perdí la confianza, la seguridad; el cariño que me tenía?

¿Por qué no podemos ser niños toda la vida?

Así, como cuando lo único que nos importaba era jugar, y sentirnos bien. Eso era suficiente. Soñábamos con el presente, porque sabíamos que el futuro lo teníamos asegurado, siempre y cuando estuviéramos a lado de los que queremos.

Pero crecemos, maduramos, y entendemos que no todo es tan sencillo. Que te van a lastimar, que vas a lastimar; que eres tan frágil como una hoja, y que, como ella, cuando cambian las estaciones, te vas a caer las veces que sean necesarias. Me pregunto si siempre volveré a florecer después del invierno- si siempre va a llegar la primavera. Si siempre voy a disfrutar igual del sol, del cielo.

Me da miedo. Y al mismo tiempo muero de ganas, como niña en navidad, de averiguar qué es lo que me espera.

Ahora entiendo por qué no podemos ser niños toda la vida. Y aún así me pregunto… pasando la puerta, ¿existirá un país de las maravillas?


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