Creo que ser real también es un arte.
Ser real es compartir mientras te sientas en calzones en tu escritorio, abres tu computadora, ojos hinchados, y tecleas palabras que terminan convirtiéndose en arte.
Arte es también esperar desnuda a que caliente el agua mientras las lágrimas se deslizan por tus mejillas hacia tu pecho, y de tu pecho hasta tus piernas. Y dejarlas ser. Dejarlas fluir. Escuchar el agua, permitirte sentir. Mirar por la ventana y ver cómo el sol se esconde detrás de unas nubes que parecen sacadas de una pintura de Miguel Ángelo. Y sonreír, aunque sea un poco. Porque ahí está el sol. Ahí está el sol; saludándote desde arriba. Acompañándote, recordándote que la vida sigue. Que las nubes se forman y la lluvia cae y la tierra se moja y los árboles cantan y la noche llega y la luna sale… que la noche no es mala; y que el día regresa.
Por eso arte también es regalarte una pausa para apreciar lo bonito de la vida, y para sentir todo lo que te está obsequiando el corazón.
Arte es seguir, porque no podemos estar en pausa toda la vida. Así como los relojes, que se atrofian si dejan de moverse.
Arte es abrir la puerta de tu regadera, dejar que te abrace el vapor. Pararte debajo del chorro de agua tibia- disfrutar del momento- de lo real…
y seguir.
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